Tierra 2074, según lo descrito por un catador de vinos.
Planeta seco y terroso.
A la vista la atmósfera es densa, de tonos
grises que casi parecen negro. Un velo de ceniza en suspensión absorbe el recuerdo
de ciudades muertas.
En nariz destaca un profundo olor dulzón a
muerte que pronto se vuelve empalagoso. Su aroma alude a fruta de hueso en
descomposición, papel viejo y gasolina.
El primer trago resulta agrio, espeso y triste.
Cuando llega al paladar aparecen matices de metales pesados y almendras amargas
que enseguida acaban ocultos tras una sensación de malestar infinito. Es pegajoso
y cuesta tragarlo. En boca queda un sabor eterno a pena y vergüenza.